Terremotos y Tsunamis inminentes en el Noroeste del Pacífico: ¿Están Preparados?

El noroeste del Pacífico enfrenta una amenaza inevitable y catastrófica: grandes terremotos y tsunamis. Los científicos advierten que planificar para estos desastres requiere imaginar una devastación sin precedentes en la historia moderna de Estados Unidos.

La Amenaza de Cascadia

Hace apenas 30 o 40 años, la posibilidad de grandes terremotos en el noroeste del Pacífico era desconocida. Sin embargo, investigaciones recientes han revelado que la Zona de Subducción de Cascadia, una falla de 700 millas ubicada a 100 millas de la costa norte de California y extendiéndose hasta la isla de Vancouver, tiene el potencial de desencadenar un terremoto de magnitud 9,0 seguido de un tsunami devastador. Esto es exactamente lo que ocurrió en Japón en 2011.

Según un estudio publicado en “Science Advances”, nuevas imágenes en profundidad de la falla confirman que la zona de subducción está dividida en 3 a 5 segmentos, cada uno con su propia geología única. Diego Melgar, sismólogo de la Universidad de Oregón, explica que cuando el segmento frente a la costa de Washington se rompe, tiene el mayor potencial para provocar un terremoto devastador.

Preparativos Insuficientes

Corina Allen, geóloga jefe de riesgos del Servicio Geológico de Washington, señala que nada construido antes de 2005 fue diseñado para resistir un terremoto de la magnitud que Cascadia podría producir. Los códigos de construcción contra tsunamis no se implementaron hasta 2016, lo que significa que muchos puentes, edificios, hospitales y escuelas están en riesgo.

“Tenemos puentes, edificios, hospitales, escuelas, toda esta infraestructura que está ubicada en lugares donde podría llegar un tsunami”, dice Allen. “¿Podrán estas instalaciones sobrevivir al terremoto y al tsunami que seguirán? La respuesta es no”. Los edificios de ladrillo y mampostería son particularmente vulnerables a los terremotos, mientras que los edificios de estructura de madera son susceptibles a las fuerzas del tsunami.

El registro geológico indica que estos megaterremotos y tsunamis ocurren, en promedio, cada 500 años. Aunque no hay forma de predecir cuándo ocurrirá el próximo, se espera que suceda dentro de los próximos 200 años, o menos. Allen advierte que modernizar las comunidades existentes será un proceso largo y costoso, requiriendo miles de millones de dólares.

Melgar afirma que el esfuerzo vale la pena: “Es posible que mis hijos no vean dividendos, que mis nietos no vean dividendos. Estamos jugando un partido muy largo si lo hacemos bien”.

Para quienes viven y vacacionan en la costa noroeste del Pacífico, la supervivencia depende de la rapidez con la que puedan alcanzar terrenos elevados tras un terremoto. En Washington, la mayoría de las personas en la zona de inundación del tsunami no tienen un terreno elevado cercano. En estos casos, las estructuras de evacuación vertical son vitales. En el noroeste del Pacífico, solo se han construido tres, con planes para cuatro más, aunque se estima que se necesitan 50 solo en Washington.

La amenaza de un megaterremoto y tsunami en el noroeste del Pacífico es real y inevitable. A pesar de los avances en el conocimiento científico y en los códigos de construcción, la preparación para un desastre de esta magnitud aún está lejos de ser adecuada. La inversión en infraestructura y preparación es crucial, pero el desafío es enorme y costoso. La pregunta persiste: ¿estamos dispuestos a tomar las medidas necesarias para proteger a nuestra gente, incluso si el desastre no ocurre en nuestra vida? La incertidumbre sobre cuándo ocurrirá este evento catastrófico añade urgencia a la necesidad de estar preparados.

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