Tornit la misteriosa raza no humana de gigantes que habito en Alaska juntos a los Inuit.
En la antigüedad, los inuit no eran la única tribu que vivía en el país esquimal. Alrededor de Cumberland Sound vivía gente muy grande y fuerte llamada Tornit. Estaban en buenos términos con los Inuit y compartían el mismo terreno de caza, pero vivían en aldeas separadas. Eran mucho más altos que los inuit y tenían piernas y brazos muy largos, pero sus ojos no eran tan buenos.
Eran tan fuertes que podían levantar grandes rocas que eran demasiado pesadas para los inuit, aunque estas últimas eran mucho más fuertes en aquellos días de lo que son ahora. Algunas de las piedras que solían lanzar yacían sobre el país, y los hombres más fuertes que ahora viven no pueden levantarlas, mucho menos balancearlas o arrojarlas. Algunas de sus casas de piedra también permanecen. Generalmente vivían en estas casas todo el invierno y no las cubrían con nieve para calentarlas.
La parte principal de su vestido de invierno era una larga y ancha capa de pieles de venado, que llegaba hasta las rodillas y estaba adornada con tiras de cuero. Comían morsas, ciervos y focas, y cuando se cerraba el invierno, ellos sujetaban sus abrigos por medio de clavijas. Debajo del abrigo siempre llevaban una pequeña lámpara, con la que derretian la nieve cuando tenían sed, y sobre la cual asar algo de la carne de foca.
Su fuerza era tan grande que podían sostener una morsa arponeada tan fácilmente como los inuit podían mantener una rama. A estos hombres más débiles no les gustaba jugar a la pelota con ellos, ya que no se daban cuenta de lo rudos que eran ya menudo dañaban severamente a sus compañeros de juego. Esto los compañeros de juego trataron de llevarse bien y los dos vivieron en términos amistosos excepto por una cosa. Por alguna razón, los Tornit no fabricaron kayaks, aunque vieron lo conveniente que eran para cazar cuando el hielo se rompió en la primavera. Cada tanto robaban un bote a los inuit, que no se atrevían a luchar por su propiedad porque los ladrones eran mucho más fuertes.
Esto irritó a los inuit y hablaron entre ellos y amenazaron con vengarse de los ladrones. Debatieron lo que deberían hacer para deshacerse de los Tornit o para hacer que cesaran sus depredaciones. Este estado de cosas había continuado hasta que los inuit no lo soportaron mas, cuando un día un joven Tornit tomó el bote de un joven inuit sin preguntar, y sellando con él, lo corrió hacia algunos bloques de hielo flotante. El dueño cuidó su ira hasta la noche, y luego, cuando el ladrón estaba dormido, se deslizó dentro de la tienda y clavó su cuchillo en el cuello del Tornit. así contaba la leyenda.-
La tribu de Tornit había sido consciente de la creciente antipatía, y cuando por fin uno de los inuit se vengó, temieron que otros hicieran lo mismo y de forma secreta similar; entonces decidieron dejar el país. Para engañar a sus vecinos, se cortaron las colas de sus largos abrigos y se ataron el pelo en racimos que sobresalían para parecerse a un pueblo extraño mientras huían.
Luego se escaparon, y los inuit estaban tan contentos de que se hubieran ido que no hicieron ningún esfuerzo para perseguirlos.
Esta historia basada en la mitología de los nativos de América del norte mantiene una misteriosa relación con la leyenda de pie grande, ya que algunos comentan que esta extraña tribu de gigante se habrían marchado hacia al sur dejando las heladas tierra de Alaska, terminaron convirtiéndose en seres solitarios.
Aunque nos suene interesante esta historia, mientras no se encuentren pruebas realmente palpable de que pie grande exista no podremos saber si los fantásticos Tornit existieron sobre la faz de la tierra.