Un Entusiasta Chino Construye el Simulador de Vuelo Más Inmersivo y Peligroso del Mundo
Blyat, un ingeniero aficionado, ha redefinido los límites de la simulación doméstica con una cabina que incorpora propulsores de llamas reales, armamento pirotécnico y un sistema de movimiento de 3DOF, desatando el asombro y la preocupación en la comunidad virtual.
En el ámbito de los simuladores de vuelo caseros, donde la búsqueda de la inmersión es el santo grial, un aficionado chino que opera bajo el seudónimo de “blyat” ha elevado el listón a alturas estratosféricas, y literalmente incendiarías. Originalmente publicado en la plataforma Bilibili, su más reciente creación no es simplemente una cabina con pantallas y mandos, sino una experiencia multisensorial que bordea lo espectacular y lo temerario, integrando elementos pirotécnicos reales que sincronizan con la acción en pantalla.
La pieza central del simulador es una plataforma de movimiento de tres grados de libertad (3DOF), construida sobre una base de silla, que se inclina y gira para simular las maniobras de la aeronave. Sin embargo, es la adición posfactora lo que ha capturado la imaginación —y el desconcierto— de la comunidad. En la parte trasera de la estructura, dos toberas metálicas funcionan como postquemadores simulados. Al alcanzar la máxima potencia en el juego, estos tubos expulsan potentes columnas de fuego, con núcleos de llamas azules rodeadas por intensas lenguas amarillas, replicando con un realismo abrasador el empuje de un reactor de combate.
La narrativa de inmersión no termina en la propulsión. El armamento del simulador es equally audaz. Un cañón de aire comprimido montado en el morro de la cabina dispara con fuerza bruta, produciendo fogonazos luminosos y sonoros con cada ráfaga. Para simular el lanzamiento de misiles, una cápsula cohete especial se activa, disparando fuegos artificiales al espacio frente al piloto. El clímen de la defensa activa lo proporciona un lanzador de confeti, que estalla en una nube de papel para representar las contramedidas dispensadas contra misiles enemigos.
Ante la evidente peligrosidad del conjunto, el creador ha implementado medidas de seguridad mínimas pero críticas. Todo el sistema se opera desde una habitación vacía, presumiblemente un garaje o trastero, con las paredes despejadas y, de manera crucial, un extintor de incendios siempre a mano listo para su uso inmediato. La experiencia audiovisual se completa con una banda sonora épica que sincroniza a la perfección con los estallidos de luz y color, sumergiendo al usuario en una burbuja de caos controlado.
A pesar de la ingeniería excepcional y la creatividad mostrada, analistas y usuarios han señalado limitaciones prácticas inherentes al diseño. La naturaleza efímera y desordenada de los efectos implica que cada sesión de juego debe ser seguida por un laborioso proceso de limpieza y recarga de los sistemas pirotécnicos y de confeti, lo que cuestiona su practicidad para un uso regular. Técnicamente, también se observa una desconexión entre la sofisticación del hardware de movimiento y efectos y la utilización de un único monitor externo, no integrado en un cockpit cerrado, lo que puede romper la inmersión y limitar severamente la visibilidad periférica cuando la silla gira.
Este proyecto faraónico continúa la tradición de blyat de desarrollar simuladores extravagantes. Anteriormente, el mismo creador ganó notoriedad en foros especializados por construir una réplica funcional y enormemente detallada de un tanque para jugar World of Tanks, demostrando una dedicación y una capacidad técnica fuera de lo común para transformar videojuegos en experiencias casi tangibles.
El simulador de blyat es más que un equipo de gaming; es una declaración artística de pasión extrema y una proeza de ingeniería de bricolaje que desafía las convenciones de seguridad y sentido común. Si bien su aplicabilidad diaria es nula y sus riesgos son palpables, el proyecto sirve como un testimonio espectacular de hasta dónde puede llegar la obsesión por la simulación, recordando que la búsqueda del realismo absoluto a veces puede requerir, literalmente, jugar con fuego.
