¿Un lenguaje cósmico común? La física podría no ser universal, según un nuevo estudio filosófico-científico
La comunicación con inteligencias alienígenas podría tropezar con una barrera fundamental: la posibilidad de que no compartan nuestra comprensión de las leyes de la naturaleza. Un nuevo libro explora cómo esta búsqueda revela más sobre nosotros que sobre ellos.
La eterna pregunta sobre si estamos solos en el universo enfrenta un desafío conceptual inesperado. Más allá de los obstáculos tecnológicos para la comunicación interestelar, surge una interrogante aún más profunda: incluso si encontráramos una civilización extraterrestre, ¿compartirían nuestro marco de referencia científico para entender la realidad? Esta es la premisa central del próximo libro “¿Hablan Física los Extraterrestres?”, de Daniel Whiteson, físico del CERN, y el ilustrador Andy Warner. La obra, lejos de ser un mero ejercicio de especulación, se erige como una profunda indagación filosófica sobre la naturaleza del conocimiento humano y las limitaciones potencialmente inherentes a nuestra perspectiva cósmica.
La Ecuación de Drake Reimaginada: Más Allá de la Mera Existencia
En el corazón de esta exploración yace una versión extendida de la clásica Ecuación de Drake. Mientras que la fórmula original organiza las probabilidades de encontrar civilizaciones inteligentes, la propuesta de Whiteson y Warner añade capas de complejidad. No se conforma con que exista vida inteligente; aspira a encontrar civilizaciones que “hagan ciencia” de una manera que podamos reconocer y comprender.
“La ecuación de Drake es una forma divertida de organizar tus ideas sobre si existen otras civilizaciones inteligentes en la galaxia”, explica Whiteson en una entrevista exclusiva con Gizmodo. “Pero en el libro, no solo nos interesan los extraterrestres inteligentes. Queremos encontrar extraterrestres inteligentes que hagan ciencia como nosotros para poder aprender de ellos”. Este matiz es crucial, ya que introduce la posibilidad de que, incluso en un universo rebosante de vida, la “Conferencia Científica Intergaláctica” soñada por los autores podría estar desierta.
Ciencia vs. Tecnología: Un Divorcio Cósmico
Uno de los argumentos más contundentes del libro desafía una suposición común: que una civilización tecnológicamente avanzada debe, por defecto, ser científica. Los autores, recurriendo a historiadores y filósofos de la ciencia, presentan una distinción fundamental.
“La tecnología no requiere de la ciencia”, señala Whiteson. “Hemos utilizado herramientas de piedra durante millones de años. Contábamos con tecnología como la escritura, la fermentación, la metalurgia y la agricultura. Se trata de avances tecnológicos que han mejorado nuestras vidas sin que entendiéramos cómo funcionaban”. Una civilización alienígena podría haber desarrollado naves interestelares a través de la prueba y error, la tradición o un camino cognitivo completamente ajeno al nuestro, sin haber formulado nunca una ley de la gravedad o una teoría de la relatividad.
La Emergencia y las Preguntas Correctas: ¿Filtramos el Universo?
Suponiendo que los extraterrestres sean científicos, otro escollo sería la naturaleza de las preguntas que se formulan. La investigación se adentra en el concepto filosófico de la “emergencia” – la razón por la cual el universo es comprensible y surgen patrones simples a partir de una complejidad subyacente.
“Desconocemos cuál es la capa fundamental de la realidad, si es que siquiera la tiene”, reflexiona Whiteson. “Toda nuestra ciencia estudia los fenómenos emergentes. Quizás sea una forma de filtrar el universo. El universo es caótico y está lleno de ruido constante, pero percibimos ciertas historias que nos interesan”. Si la emergencia es una propiedad universal, los extraterrestres podrían estar observando las mismas “historias sencillas” que nosotros. Si no, sus prioridades científicas podrían ser irreconciliablemente diferentes.
Comunicación Interestelar: Lecciones en Nuestro Propio Planeta
El libro también aborda el desafío práctico de la comunicación. ¿Podría la interacción con especies terrestres no humanas, como delfines o ballenas, prepararnos para un contacto extraterrestre? Whiteson adopta una postura práctica: aunque es improbable que aprender a “hablar como los delfines” sea directamente aplicable, el ejercicio mismo de superar barreras comunicativas con otras inteligencias es un entrenamiento invaluable.
“El hecho de que no hayamos logrado comunicarnos con esas especies nos indica que tenemos mucho que aprender sobre cómo comunicarnos con otras especies”, afirma. La práctica en descifrar lógicas y sistemas de comunicación no humanos podría ser la mejor preparación para el encuentro definitivo.
La Búsqueda Como Reflejo de la Condición Humana
Al final, la búsqueda de vida extraterrestre inteligente puede ser, en esencia, una búsqueda del ego humano. “Por un lado, queremos encontrar extraterrestres similares a nosotros, porque eso nos valida. Por otro lado, ese descubrimiento nos haría menos especiales”, confiesa Whiteson.
Sin embargo, el valor de esta búsqueda trasciende el resultado. Cualquier respuesta, incluso la más frustrante –como descubrir que somos los únicos en la galaxia que practican la ciencia de esta manera particular–, es profundamente reveladora. Nos obliga a confrontar nuestras propias peculiaridades y a cuestionar la universalidad de nuestro conocimiento. Como concluye Whiteson, este proceso filosófico incluso ha influido en su trabajo como físico de partículas, haciéndole reflexionar sobre si las partículas fundamentales que estudia son entidades objetivas o “historias que nos satisfacen”.
La obra de Whiteson y Warner postula que, en el acto de escudriñar el cosmos en busca de otros, lo que realmente podemos encontrar es una comprensión más profunda y matizada de nosotros mismos, de nuestras limitaciones y de la naturaleza única –o no tan única– de la curiosidad humana.
