¿Un millón de objetos interestelares de Alfa Centauri ocultos en la nube de Oort? Un estudio revela un misterio cósmico
Científicos sugieren que nuestro sistema solar podría albergar una inmensa población de cuerpos celestes procedentes de la estrella más cercana, atrapados en los confines helados de la nube de Oort.
En las profundidades del sistema solar, más allá de los planetas conocidos y los confines de Plutón, se extiende la nube de Oort, una región esférica y helada que alberga billones de objetos cósmicos. Ahora, un nuevo estudio sugiere que esta misteriosa zona podría estar poblada por más de un millón de objetos “macroscópicos” procedentes de Alfa Centauri, el sistema estelar más cercano a nosotros. Esta revelación, publicada en el servidor de preimpresión arXiv, abre una ventana a la comprensión de cómo los sistemas estelares intercambian material a lo largo de millones de años.
Hasta la fecha, solo dos objetos interestelares han sido confirmados en nuestro sistema solar: Oumuamua, un cuerpo alargado que desconcertó a los científicos por su forma y comportamiento, y el cometa Borisov, que mostró características típicas de un cometa pero con un origen claramente interestelar. Ambos objetos ya han desaparecido de nuestro campo de visión, pero su paso dejó una pregunta inquietante: ¿cuántos más hay?
Los investigadores han sospechado durante décadas que el sistema solar podría estar siendo constantemente atravesado por objetos interestelares, muchos de los cuales quedan atrapados por la gravedad del Sol. Sin embargo, detectarlos es extremadamente difícil debido a su tamaño y la lejanía de la nube de Oort, una región que se extiende desde unas 2.000 hasta 100.000 unidades astronómicas (UA) del Sol.
El nuevo estudio, liderado por un equipo de astrofísicos, modeló la cantidad de material expulsado de Alfa Centauri durante los últimos 100 millones de años. Los resultados indican que, en este momento, podría haber alrededor de un millón de objetos interestelares de más de 100 metros de diámetro atrapados en nuestro sistema solar, la mayoría de ellos en la nube de Oort. Estos “inmigrantes” cósmicos, como los han llamado los científicos, son prácticamente invisibles para nuestros telescopios actuales debido a su distancia y falta de actividad.
Pero no son solo los objetos grandes los que viajan entre las estrellas. El estudio también sugiere que partículas más pequeñas, de apenas 100 micrómetros, pueden cruzar el espacio interestelar. De hecho, se estima que unas diez de estas partículas ingresan a la atmósfera terrestre cada año, quemándose como meteoritos.
Alfa Centauri: un vecino cósmico en movimiento
Alfa Centauri, ubicado a 4,37 años luz de distancia, no es solo nuestro vecino más cercano, sino que también se está acercando. Según los cálculos, en unos 28.000 años alcanzará su punto más cercano al Sol, lo que podría aumentar drásticamente el número de objetos interestelares que ingresan a nuestro sistema solar. Durante ese período, la distancia entre los dos sistemas se reducirá significativamente, facilitando el intercambio de material cósmico.
Este fenómeno no es exclusivo de Alfa Centauri. Los científicos creen que nuestro sistema solar también expulsa material a una tasa similar, lo que significa que es probable que otros sistemas estelares cercanos capturen objetos originarios de nuestro vecindario cósmico. Este intercambio interestelar podría tener implicaciones profundas para la astrobiología, ya que algunos de estos objetos podrían transportar compuestos orgánicos o incluso microorganismos entre las estrellas.
El estudio no solo revela la posible presencia de un millón de objetos interestelares en nuestro sistema solar, sino que también destaca la dinámica y la interconexión de los sistemas estelares. A medida que avanzamos en la exploración espacial y mejoramos nuestras tecnologías de detección, es posible que algún día podamos observar directamente estos misteriosos visitantes de Alfa Centauri. Mientras tanto, la nube de Oort sigue siendo un enigma, un gigantesco archivo cósmico que guarda secretos de nuestro pasado interestelar y, quizás, pistas sobre nuestros orígenes.