La historia del Cristo que lloraba miel

En el cementerio de San Fernando, en Sevilla, en la rotonda central, se encuentra la tumba de un afamado escultor andaluz que esculpió numerosas imágenes que pueden verse en la misma ciudad y en todo Europa. La sepultura está coronada por un gran cristo crucificado, hecho en bronce, obra del mismo escultor. Este es el famoso Cristo que lloraba miel.

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Cuenta le leyenda que Antonio Susillo, que así se llamaba el artista, nacido en 1857, procedía de una humilde familia sevillana y que desde su infancia fue apadrinado por diversas personalidades españolas y europeas debido a sus grandes dotes artísticas. Estudió en París y Roma convirtiéndose en un afamado escultor apreciado en toda Europa y en especial en Sevilla, donde hay obras suyas por toda la ciudad.

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Debido a las malas compañías y al parecer a los excesivos gastos de su esposa, Susillo se vio en la ruina. Cuando estaba desesperado, el cementerio principal de Sevilla le encargó un gran Cristo para la glorieta de la entrada del recinto. El escultor se entregó a la obra con ahínco como una oportunidad de empezar de nuevo, pero cuando ya la tenía prácticamente acabada se dio cuenta de que había cometido un error: la pierna izquierda cruzaba sobre la derecha y no la derecha sobre la izquierda como mandaba el canon. Cuenta la leyenda que se sumió en una depresión y a los pocos días se suicidó. Tenía tan solo 39 años.

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A pesar de que no se enterraba a los suicidas en Sagrado, por la presión de los sevillanos, pasados los años, se consiguió que fuera sepultado en la rotonda de entrada, a los pies del Cristo que fuera su última obra. Pasado un tiempo, la gente que iba al cementerio se dio cuenta de que de los ojos del Cristo brotaban unas extrañas lágrimas. Creyendo que era un milagro, los habitantes de Sevilla se acercaron a ver el fenómeno y descubrieron que lo que lloraba el Cristo era miel. El Vaticano envió investigadores para ver si se trataba realmente de un milagro y éstos descubrieron que no lo era. Lo que ocurría es que en el interior hueco de la imagen, se había formado un panal y parte de la miel que producía caía por los ojos y la boca del crucificado. A pesar de no tratarse de un milagro, en Sevilla se conoce a esta imagen como “el Cristo de las mieles”.

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Fuente:.supercurioso

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