La percepción humana de los OVNIs

Por Rodrigo Bravo Garrido

A partir de 1950, tres años después del inicio de la era moderna de los ovnis, estos aparatos eran investigados basándose solamente en la hipótesis extraterrestre, sin ahondar en otras potenciales explicaciones para una temática que revolucionaba el mundo occidental postguerra. Pero, a partir del año 1958, el psiquiatra suizo Carl G. Jung (1875-1961), ensayista y padre de la psicología analítica, entregó novedosas definiciones para el fenómeno en cuestión, mediante su libro, titulado: “Un mito moderno sobre cosas que se ven en el cielo”.

En esta obra, el autor interesado en el esoterismo de múltiples culturas, en los signos y símbolos, exploró los objetos voladores no identificaos desde la esencia del propio hombre, colocando al sujeto como el centro del tema, ya que, a pesar que en algunas ocasiones el fenómeno se mostraba de manera física, los mismos ovnis se enmarcaban en los llamados arquetipos de lo inconsciente colectivo, debido puntualmente al simbolismo y mitología existente en la historia interna y externa del ser humano.

Con este estudio, Carl Jung dejó abierta la ufología para salir de la ortodoxa hipótesis extraterrestre, otorgándole la posibilidad de buscar una explicación en el ámbito psicosocial y otra, en la llamada corriente paraufológica.

La hipótesis psicosocial, es una modalidad de estudio, tomada por investigadores franceses que, a partir del año 1970, desarrollaron el llamado neoescepticismo. Por otra parte, la hipótesis paraufológica, se consolida con el libro “Pasaporte a Magonia”, del año 1969, escrito por el astrofísico Jacques Vallée.

retret La percepción humana de los OVNIs

En este sentido, la paraufología es una de las corrientes más aceptadas y que hoy nuevamente vuelve a tomar protagonismo, ya que algunos estudios en profundidad de casos ovni, han reflejado ciertos patrones muy extraños, lo cual los califica como casos de alta complejidad. Un ejemplo, para que se entienda el contexto, es el caso chileno del trabajador de una estancia de nombre Juan Maldonado en la ciudad de Punta Arenas, donde no tan solo se reportaron la observación de ovnis o luces anómalas en el cielo de 1977, sino que además se establecieron una secuencia de hechos insólitos, los que hasta ahora no poseen una explicación racional o convencional.

La paraufología, no tan solo analiza los casos ovni desde un matiz físico y aeronáutico, sino que se permite indagar todo lo que conlleva y rodea el reporte, donde ostensiblemente el fenómeno transmite elementos que sobrepasan el raciocinio humano y que se mantienen en lo inexplicable.

Si tanteamos a través de la historia las diversas corrientes de pensamiento, escuelas filosóficas u religiones, veremos que en cada una de ellas se mantiene un componente esotérico o velado, lo que les permite dedicarse al estudio y comprensión de aquello que, aparentemente, se encuentra más allá de nuestra percepción y entendimiento, existiendo como otras realidades que permanecen ocultas y que, en la gran mayoría de los casos, adquieren el carácter de secreto.

La Cábala, la Alquimia, el Hermetismo, la Teosofía, el Gnosticismo, las sociedades secretas y una serie otras de escuelas de pensamiento que utilizan el esoterismo, rompen con los cánones establecidos de las diferentes épocas y contra los dogmas religiosos que imperan en la población, buscando respuestas a las decenas de preguntas que el ser humano pensante se formula, simplemente al observar y apreciar fenómenos que no tienen alguna respuesta convencional o científica.

Cuando hablo de esoterismo, hago referencia a la escuela de Pitágoras, en la antigua Grecia, cuando se separaba la enseñanza en dos segmentos; la exotérica, a la cual tenían acceso todos los ciudadanos y la esotérica, conocimientos que solamente eran develados a ciertas personas escogidas.

A diferencia de lo que hoy se difunde por parte de escépticos negacionistas, el esoterismo no guarda relación con la charlatanería o con la proliferación de las pseudociencias, al contrario, el esoterismo es el conjunto de prácticas, ritos y tradiciones de una corriente de pensamiento que, simplemente no devela en su totalidad la información que posee, pretendiendo así concebir el universo y sus misterios. No olvidemos que el esoterismo se persiguió en la Edad Media y con la Ilustración, fue tratado como palabrerías o particularmente ignorancia.

Pues bien, volviendo a la ufología, la hipótesis paraufológica precisamente se vincula en cada una de las escuelas de pensamiento, con tal de estudiar el fenómeno en cuestión desde diferentes perspectivas, el que se refleja y ha sido plasmado en diversas épocas, con explicaciones misceláneas, pero siendo en gran medida las mismas manifestaciones enigmáticas. Por ejemplo, de los famosos Foo Fighter, como luces pequeñas que se popularizaron a partir de la Segunda Guerra Mundial, ya se hablaba en la Edad Media, quedando reflejado en la obra del Reverendo Kirk De Aberfoyle, titulada: “The Secret Commonwealth of Elves, Fauns and Fairies” (La comunidad secreta de elfos, faunos y hadas), un escrito del año 1691, donde el erudito escocés agrupó todos los relatos encontrados sobre seres fantásticos que tanto molestaron a los campesinos del norte de la Gran Bretaña, durante la época medieval. Una de las características descrita, es que estos fabulosos entes, poseían cuerpos muy ligeros y fluidos, graficados como una nube condensada brillante y que eran particularmente visibles al anochecer.

Así mismo, en Chile están los Anchimallén, que, en idioma Mapuche, hace referencia a un ser pequeño ligado a los Kalku (Brujos), el que se asimila a un duende o también a un Pichi Meulén (pequeño remolino) durante el día, y que al abrir su boca emitía luces, las que se hacían visibles durante la noche. Esos mismos seres también custodiaban las cuevas de los brujos de una isla llamada Chiloé, y que, para los Pehuenches, las luces emergían luego de efectuar un ritual con un feto muerto, el que se convertía en una bola brillante o un ser con una luz circular en la frente. Con los años y el propio desarrollo de la tecnología, lo que inicialmente pudo ser una luz refulgente y deslumbrante, asociada a un ser legendario, pasó a constituir una de las tantas formas con las que se amolda otra leyenda, la del famoso barco fantasma llamado “El Caleuche”. No ha de ser extraño, que, en marzo del año 1908, el Capitán Agustín Prat Von Seitz (Sobrino de nuestro célebre héroe patrio, Arturo Prat Chacón), escribió, desde las proximidades de Chiloé, una insólita observación de una luz blanca que tuvo desde el buque Huemul, de la Armada de Chile, y que claramente la describió como la observación del mencionado barco fantasma.

Anchimallén, Elfos, Duendes, el propio Caleuche o un Foo Fighter, en conclusión, son la interpretación humana, temerosa y abstracta, de un fenómeno luminoso similar en muchos aspectos y que por miles de años ha maravillado al hombre a lo largo y ancho de todo nuestro planeta.
Acá juega un rol fundamental ciertos conceptos basados en la interpretación de lo que conocemos como realidad, lo cual es mucho más complejo que el resto de los elementos que podemos observar del universo.

Cuando hablamos de la realidad, automáticamente abordamos lo que conocemos o llamamos conciencia, es decir, aquella circunstancia o más bien la capacidad que nos permite desenvolvernos con el entorno en el que desarrollamos nuestras vidas, mediante una interconexión cognitiva que se conjuga con nuestros sentidos de la percepción, por lo que es un hecho que la comprensión de la realidad es algo subjetivo, interpretable y que claramente se ajusta al nivel de razonamiento. Dicho de otra manera, el ser humano es, aparentemente, un aventajado en comparación con otras especies, pero sabemos que no es algo que podamos estar seguros.

En ese mismo sentido, lo que Carl Jung y el mismo Jacques Vallée consiguieron con sus libros, es ampliar los estudios de un fenómeno muy complejo que va de la mano con la llamada conciencia humana, dando la opción a examinar textos y sabidurías ancestrales que guardan relación con el mismo tipo de manifestaciones, en diferentes épocas, pero que a la larga son idénticas.

En definitiva, estamos frente a un fenómeno que no entendemos, que conocemos muy poco y que del cual se concluyen historias, mitos y leyendas, las que van de la mano con la época de las observaciones y especialmente, la forma cómo los testigos percibieron aquellas manifestaciones. Es decir, la percepción humana que tenemos de los ovnis es algo que está muy por debajo o lejos de lo que conocemos o entendemos por la realidad.

Por Rodrigo Bravo Garrido

  ¿Te gusto la noticia? compártela en tus redes sociales.
error: