Las ballenas jorobadas han aprendido a utilizar algas como paños para limpiar su piel.
Investigadores de la Universidad Griffin analizaron más de cien episodios de ballenas interactuando con algas y llegaron a una conclusión interesante. Los cetáceos en general se caracterizan por la capacidad de interactuar con diversos objetos, pero anteriormente esto se consideraba parte del juego y del comportamiento social. Ahora los científicos creen que de esta forma las ballenas cuidan su higiene.
Una criatura con una superficie corporal tan grande como una ballena acumula constantemente en su piel diversos parásitos, microbios, moluscos, etc. Esto no sólo impide que la ballena se mueva, sino que también puede provocar el desarrollo de enfermedades. Por eso, en aguas cálidas, las ballenas suelen frotarse contra el suelo arenoso para deshacerse de los restos acumulados en su piel. Además, eliminan activamente las células epidérmicas muertas.
Sin embargo, cuando las ballenas entran en aguas frías de la Antártida durante su migración, la renovación de su piel se ralentiza y existe el riesgo de que se acumulen bacterias. Es entonces cuando las ballenas comienzan a jugar más activamente con las algas; para ello, buscan específicamente acumulaciones de plantas marinas a la deriva y chapotean en ellas, “recogiéndolas” y arrojándolas sobre sus espaldas. Esta sesión de juego puede durar hasta una hora.
Los adultos son los más interesados en limpiarse, lo cual es natural, ya que su cuerpo tiene la mayor cantidad de parásitos. Los científicos creen que, además de la limpieza mecánica al entrar en contacto con las algas pardas, las ballenas también aprovechan sus propiedades antibacterianas. La mayoría de las veces, las ballenas jorobadas recurren a dicha limpieza, pero se han observado patrones de comportamiento similares entre los gigantes marinos en varias regiones del planeta.