OVNI, la búsqueda continua
La región de Magallanes y Antártica Chilena es conocida, entre muchas otras cosas, por la gran cantidad de reportes de ovnis a lo largo de su historia. Vale decir y como se ha comentado en otros artículos, por ejemplo, en Punta Arenas están los dos mejores casos aeronáuticos chilenos de avistamientos de fenómenos aéreos anómalos.
Con todo, el estudio de los objetos voladores no identificados por parte de interesados en esta temática ha dejado varios frutos y uno ellos es un libro titulado “OVNI, la búsqueda continua”, escrito por los investigadores de Puerto Natales; Walter Vera Vera, Eladio Godoy Vera y José Loaiza Cárdenas, en el año 2004. El título de este trabajo literario va de la mano con un programa radial llamado de la misma forma y que desde el año 2000 se emite por radio Natales.
Este libro de 78 páginas alberga un total de 28 casos de fenómeno anómalos en la Provincia de Ultima Esperanza, complementados con los testimonios de los propios testigos.
Este compendio, además, trae la reseña de otros 29 casos, los cuales no alcanzaron a ser incluidos en la obra gruesa por falta de antecedentes o por no contar con la confirmación de primera mano.
De los principales reportes, son varios los que provienen puntualmente desde la pampa donde además los protagonistas son personas que trabajan en la ganadería como ovejeros o también conocidos como los puesteros.
Si hay un caso que llama la atención, es el del señor Juan Alarcón Gómez, ovejero que señala textual: “Desde Puerto Natales salí con mi compañero de trabajo don Calbún Antipani. Era en el año 1985, con destino a Punta Alta, una antigua estancia argentina, donde fuimos a visitar unos amigos; el viaje, como siempre a caballo.
Veníamos de vuelta como a las cuatro de la madrugada, cabalgando en esas inmensas pampas cuando de improvisamos un asunto que vino aterrizando hacia nosotros. Se queda en tierra y nos empieza a enfocar con una cosa como un brazo igual a una linterna. Yo empiezo a gritarle unos garabatos y así más nos alumbraba. Nos bajamos del caballo el cual se puso intranquilo; quedamos ahí sin movernos más o menos veinte minutos. Volvimos a montar, el asunto quedó ahí; nos íbamos, pero nuestra vista no era clara y empezamos a ver neblinas, alturas y bajadas y no vimos más al asunto.
Cuando nos dimos cuenta estábamos perdidos, siendo que conocíamos muy bien el camino, fuimos a dar a un rio que baja del Turbio a Rio Gallegos, allí hay un puente colgante. Le dije a mi compañero voy a bajarme, voy a poner mi mano en el agua, si el agua corre para abajo, estamos perdidos y así efectivamente fue. El asunto, recuerdo claro, tenía la forma de dos platos unidos. Tenía colores, luces blancas y azules. Había calor, no sé si eran los nervios, susto o es que el aparato daba calor. Se sentía un ruido intenso, largo, suave y más fuerte. El asunto estaba más o menos a cincuenta metros de nosotros, los caballos muy asustados, nosotros no lo sé.
Esto que nos pasó, no lo conversamos con nadie, no nos iban a creer, sólo quedó entre nosotros hasta hoy día que se ofrece la oportunidad. Mi compañero Calbún Antipani hoy día descansa en paz”.
Con este testimonio, recogido por el investigador Walter Vera Vera, quedan más dudas e incógnitas que respuestas sobre la fantástica experiencia de estos dos hombres de campo, que en nuestra zona son conocidos popularmente como “gauchos”.
Independientes a las creencias religiosas, mitológicas o esotéricas que cualquier persona pueda tener y en especial este tipo de testigos, los casos de alta extrañeza no son menores y puntualmente la Patagonia ostenta variados reportes con características muy similares. Por mencionar alguno, está el famoso incidente de los pilotos de rally Miguel Moya y Carlos Acevedo, sucedido el 23 de septiembre de 1978, en Viedma, Provincia de Buenos Aires, Argentina. En esa oportunidad y luego de iniciar uno de los tramos de la carrera, el piloto y navegante señalaron que de un momento a otro su vehículo transitó dentro de una especie de niebla muy densa, sintiendo además unos extraños movimientos que culminaron luego de unos instantes cuando llegaron a la misma meta o el lugar de finalización del tramo. Por ese motivo fueron descalificados, argumentándoles que habían cometido trampa ya que tardaron tan solo minutos en un recorrido que debiesen haber demorado, al menos, unas cuantas horas.
En el reporte sacado de libro citado y como en el del rally de 1978, el concepto esgrimido por los estudiosos de los ovnis es el de “paraufología”. En otros términos, es la inclusión de casos que revisten una connotación ufológica con tintes de paranormal, pudiendo así ampliar el rango de la investigación sin prejuicio alguno, incluyendo todo tipo de manifestaciones inconcebibles para la lógica o la ciencia convencional, y que se consideran paranormales, reuniendo así todo lo que hoy no entendemos o no poseemos los conocimientos para saber siquiera parte del origen o causas de dichos fenómenos.
Una vez más, las preguntas filosóficas qué somos, de dónde venimos o para dónde vamos, se complementan muy bien con la duda acerca del origen del universo, qué sucede después de la muerte o qué hay más allá de la atmósfera. Para todas y cada una de ellas, estamos en una persistente investigación de aquellas respuestas que puedan brindar algo de bálsamo a nuestras más profundas incertidumbres existenciales. Por ende y tal cual señala el libro de nuestros amigos investigadores de Puerto Natales, “La búsqueda continua”.